Capítulo 3: Siguiente noche

Después de la "decisión" de Sumika, el resto del día iba transcurriendo sin problemas entre las chicas... Salvo las discusiones estúpidas entre Sumika y Miyako, la tensión oculta y generada entre Azusa y Sumika al saber que a ésta le encantaban las chicas, los cuidadísimos detalles de Tomoe con el club de chicas... y más. Había transcurrido el día sin novedad alguna que fuera esencial para esta historia.

Llegó la noche y Sumika se despedía de Miyako, Tomoe, y Kiyori. Azusa y Kazama se quedaban en casa de Sumika todavía. Sumika estaba ordenando la sala de estar, y Azusa se ofrecía a ayudarla, a pesar de enterarse de que a Sumika le gustaban abiertamente las chicas. Pensó que le ocultaba algo, según su intuición, y quería sacar esa información de Sumika... aunque no delante de Kazama, por supuesto.

"Oh, voy un segundo al baño, ¿vale, Sumi-chan?" Kazama dijo.

"Claro, claro." Sumika respondió.

"Vale."

Kazama encaminó sus pasos hacia el cuarto de baño de Sumika. Se escuchó el cierre de la puerta del cuarto de baño de Sumika, Azusa empezó a actuar:

"Oye, Murasame-san..." Azusa empezó a hablar, aunque de manera un poco tímida e incómoda.

"Dime..." Sumika respondió, también tímida.

"¿Es verdad que te gustan las chicas...?"

"No exactamente..."

"¿Entonces por qué dijiste que te gustaban las chicas? Se supone que el amor entre chicas es frágil y puro, ¿no crees?"

"Te creo. Pero estás confundida, Aoi-san..."

"¿Entonces qué pasa?"

Sumika se acercaba al oído de Azusa y susurrarle, un tanto ruborizada "Me gusta Kazama..."

La reacción de Azusa tampoco era para tanto. No se sorprendía porque ya sabía que le gustaba Kazama; pero no decidió explicarle esto último, ya que Kazama no tardaba mucho en salir del baño.

(Nota del autor: referencia al capítulo 11 del anime)

"...y quiero hacer lo que sea -pero sin correr riesgos- para... para "conseguir" a Kazama... ¿Sabes lo que quiero decir?" Sumika explicó.

"Te entiendo, Murasame-san." Azusa respondió.

"Lamento que tengas que pasar por esto, Aoi-san... En verdad pienso que el amor entre chicas es puro..."

"No te preocupes." Azusa sonrió "Peor sería que le dijeras directamente que te gusta ella. ¡Ja, ja, ja!" Azusa se rió.

"¿Que a Sumi-chan le gusta quién?" Kazama apareció de pronto.

Sumika y Azusa se voltearon para ver a Kazama. Las dos permanecían alerta ante el comportamiento de Kazama, por lo que pueda pasar.

"¿Te gusta alguien, Sumi-chan?" Kazama parecía tener mucha curiosidad.

"¡Venga, Sumika Murasame! Vas a salir "con vida" de esta situación. ¡Me he metido en varios problemas antes, y siempre encontré soluciones! ¡Piensa, piensa!" Sumika pensó para sí misma.

"Eh, pues..." Azusa intentaba decir, pero Sumika le "dijo" mediante señas que lo tiene todo controlado.

"¡Bueno, es un chiste! En realidad no me gusta nadie." Sumika respondió de manera normal, con la sangre fría que le caracterizaba.

"¿Un chiste?" Kazama preguntó, algo confusa.

"Sí: era un instituto, y había una directora y una profesora, y resulta que a la profesora le gustaba la directora y pidió consejo a una amiga suya, y ésta le respondió: "¡Peor sería que le dijeras directamente que te gusta ella!""

El silencio invadía la casa. Parecía ser que Kazama estaba asimilando todavía el chiste. Azusa se dio un palmazo a la cara en plan "Pero qué has hecho, Murasame-san...", y Sumika estaba cruzando los dedos, aunque en vano.

"¡Ay, Dios mío! ¡La he fastidiado, pero la he fastidiado a base de bien! ¡Ahora Kazama me rechazará y jamás la recuperaré de nuevo...!" Sumika pensó frenéticamente, al borde de la desesperación.

"¡Ja, ja, ja!" Kazama se estaba riendo "¡Ya lo he pillado! No sabía que eras muy buena contando chistes, Sumi-chan."

Sumika y Azusa iban a poner cara de confusas, pero dado a que Kazama reaccionó de forma inesperada y positiva, se sintieron aliviadas y pensaron que el peligro había pasado.

"Oye, Murasame-san, ¿me puedes dejar tu currículum?" Azusa pidió.

"Sí, no hay problema; lo tengo en mi habitación, espera un momento." Sumika respondió y se dirigió hacia su habitación.

Una vez allí, echó un vistazo a su escritorio revisando los cajones y en uno de ellos encontró una carpeta con algunos papeles. En esa carpeta contenía su currículum. Lo cogía y volvió hacia la sala de estar donde estaban Kazama y Azusa.

"Ahí está. Cuídala bien, ¿sí?" Sumika le dio la carpeta a Azusa.

"Tranquila. Haré mi mejor esfuerzo, Murasame-san." Azusa respondió.

"¿Eh? ¿Qué pasó ahora, chicas?" Kazama preguntó.

"Pues que le hablé de mi... *ejem* situación laboral y Aoi-san me va a ayudar a conseguir un trabajo en el negocio de su familia." Sumika respondió.

"¡Ah, increíble, Sumi-chan! ¡Tienes mucha suerte al tener amigas como Azusa-chan!" Kazama respondió.

Poco después, Sumika y Azusa salieron de la casa para despedirse.

"Aoi-san, muchas gracias por este favor." Sumika dijo.

"Bah, no es nada..." Azusa respondió.

"No, en serio; te debo una de las grandes."

Hubo un silencio de unos cinco segundos...

"De acuerdo. Te debo una, Murasame-san." Azusa respondió finalmente.

"Vale. ¿Cuándo irás a avisarme?" Sumika preguntó.

"Bueno, esta noche podría explicar tu caso a mis padres, así que posiblemente mañana por la mañana te llame por teléfono."

"De acuerdo. Gracias de nuevo, Aoi-san..."

"Bueno, tengo que irme. Me están esperando en casa."

"Vale, vale. ¡Hasta luego!"

"¡Hasta mañana, Murasame-san!" Azusa se marchó del lugar para volver a su casa.

Sumika volvió dentro de casa, y en el primer segundo que vio a Kazama en la sala de estar...

“Oye, Sumi-chan, ¿puedo quedarme en tu casa?” Kazama preguntó.

“Claro que sí. Esta noche puedes.” Sumika respondió.

“No, esta noche no. Me refiero... durante unos días.”

De pronto, una serie de pensamientos sucios invadió la mente de Sumika. Había demasiadas situaciones pervertidas como para llenar un libro del calibre de “El Código Da Vinci”. Todo eso en tan sólo 2 segundos.

“¡Claro, claro! Por supuesto, Kazama. ¡Mi casa es tu casa!” Sumika respondió contenta.

“¡Ah, gracias, Sumi-chan!” Kazama respondió felizmente “¿Me puedes acompañar a mi casa a recoger unas cuantas de mis cosas?”

“¿Para traerlos a mi casa?”

“Sí... Realmente pensé en llevarlos todos en una mochila cuando vine aquí, pero creía que rechazarías mi propuesta...”

“Tranquila. Ya he aceptado. Anda, vayámonos a tu casa y allí podremos recoger tus cosas.”

“De acuerdo. Gracias, Sumi-chan.”

“De nada, Kazama.”

Pasado un tiempo después de que Sumika y Kazama se dirigieron a la casa de ésta última y recoger sus cosas, volvieron a casa de Sumika con las cosas de Kazama llevadas en una mochila que transportaba ésta.

“¿Seguro que no te cansaste por el camino, Kazama? Esa mochila parecía pesar una tonelada...” Sumika dijo.

“Bueno, sí, un poco; pero lo importante es que ya volvimos a tu casa.” Kazama respondió.

“Esto... ¿Dónde dormirás?” Sumika preguntó.

“En la habitación, contigo. Me siento muy segura cuando estoy a tu lado.”

Esa última frase puso los pelos de punta a Sumika. Pensaba que era la típica frase intencionadamente de amor. Pero Sumika decidió no arriesgarse a declararse en ese momento, porque posiblemente Kazama utilizaba la frase en otro contexto.

“Ah... Vaya, gracias... Por el cumplido, claro.” Sumika dijo, ruborizada.

“No, no era un cumplido. Es la verdad. Siempre me protegiste de todo, Sumi-chan, eres mi mejor amiga...”

En ese momento, la mente de Sumika trabajó inconscientemente, llegando a pensar en situaciones románticas con Kazama hasta que Sumika cayó al suelo de espaldas desmayándose.

“¿Sumi-chan...? ¡Sumi-chan!”

Más tarde, Sumika abrió los ojos y vio que se encontraba acostada en su colchón de su habitación.

“Ah... Ya, me desmayé...” Sumika pensó.

Luego, vio en su lado derecho que había otro colchón como la de Sumika.

“Kazama se quedará a pasar la noche conmigo... Durante algún tiempo, según me dijo.” Sumika concluyó.

En ese momento, la puerta de la habitación de Sumika se abría y vio a Kazama con camiseta y pantalones de pijama entrando en la habitación.

“¡Vaya, Sumi-chan! Por fin te despiertas, ¿qué te ha pasado?” Kazama dijo.

“Eh... No lo sé con exactitud...” Sumika respondió con sus dudas.

“¿De verdad?”

“¡Ah, ya me acuerdo! Me dijiste unas frases muy profundas y... supongo que a partir de ahí me desmayé.”

“Ah, lo siento. No debí ponerme demasiado dramática...”

“No pasa nada, Kazama.”

“Ah, por cierto, Sumi-chan... Te puse un pijama tuyo, espero que no te importe...”

Sumika se miró a sí misma y se dio cuenta de que estaba llevando un pijama de su armario.

“Mientras estabas desmayada, te puse el pijama... aunque te quité la ropa antes...” Kazama dijo, algo ruborizada.

Sumika se puso roja como un tomate al escuchar eso último.

“Eh... Gracias, Kazama...” Sumika dijo “Pero podía haberlo hecho yo si me hubiese despertado...”

“Es que pensaba que no te despertarías hasta mañana, así que pensé en ponerte el pijama, para no arrugar las ropas que tenías antes.” Kazama explicó.

“Ah... Sí, verdad; podía haberme despertado hasta mañana.”

“Sí, es verdad...” Kazama repitió.

“¡Kazama me ha puesto el pijama quitándome la ropa mientras estaba desmayada!” Pensó Sumika con aires de satisfacción “¿Y si Kazama me hubiera tocado los pechos o el trasero, aunque fuera de forma inconsciente? ¡¡Esta niña es demasiado linda!! ¡¡¡ME ENCANTA!!!”

“Sumi-chan, vamos a la cama ahora, ¿sí?” Kazama sugirió.

“Eh... Claro, claro.” Sumika volvió de las nubes.

Después de esto, las chicas apagaron la luz de la habitación y se acostaron en sus respectivos colchones.

“Buenas noches, Sumi-chan.”

“Buenas noches, Kazama...”

Las chicas cerraron los ojos y empezaron a dormir en cuestión de minutos...